Incursión pagana

A todos nos encantan las historias de misterio y suspenso, esas que nos hacen cuestionar la realidad y nuestras creencias en lo paranormal, aquello que se siente pero no se puede ver o explicar. El colectivo literario Autoras Indelebles ha preparado para ti una serie de cuentos cortos como parte del Otoño literario 2023, esperamos que sean de tu agrado.

 

Incursión pagana

Por Alba Clarissa Reta de Casas

 

Ya había pasado un largo tiempo desde que Leo terminó perdido en el medio del bosque. La idea era visitar las montañas para buscar setas y cocinar una sopa; pero fue una mala idea ir solo, sin la compañía de sus amigos. Eso le pasaba por ser tan impaciente. El lugar tampoco tenía señal, así que no podía llamar para pedir ayuda. Empezaba a anochecer y Leo se preocupaba cada vez más, desesperado por encontrar su auto y poder irse.

Fue en uno de esos ataques de pánico que logró ver humo saliendo de una dirección. Con la esperanza de encontrar un posible refugio, decidió ir hacia donde provenía el humo. Al llegar, se encontró con una situación bastante confusa. Se trataba de un grupo de personas con túnicas marrones, bailando en torno a una fogata, cantando con palabras que él no entendía. Leo no estaba seguro de qué era lo que estaban haciendo; tampoco sabía si esas personas eran inofensivas o no, así que decidió no interferir.

De pronto, la situación empezó a cambiar con rapidez. Los sujetos de las túnicas detuvieron el baile y se pusieron de rodillas. Entonces, Leo pudo ver a alguien más entrar a la escena: un hombre senil de piel pálida y calvo que tenía puesta una tunca como las demás, con la diferencia que portaba un listón morado en el cuello. Detrás de él se encontraban dos individuos vestidos con túnicas adornadas con un listón amarillo, mientras unos velos del mismo amarillo les cubrían el rostro. El anciano empezó a pronunciar un discurso, o un credo, o algo por parecido que Leo no podía descifrar; hablaban un idioma que él no entendía. Por el lenguaje corporal del hombre, Leo supuso que tal vez se trataba de un ritual. En ese caso, el chico ya estaba listo para irse antes de que ese extraño culto lo descubriera.

Sin embargo, el joven se quedó cuando vio lo que los hombres de los velos tenían encadenado a alguien. Se trataba de una chica muy bella, con el cabello negro y brillantes ojos azules. Su mirada estaba perdida y tenía puesta una túnica blanca. Al ver con detenimiento hacia el escenario, descubrió que la chica sería una especie de sacrificio. Al presentir el peligro que corría la chica, Leo sintió que debía ayudarla.

Usando la alarma de su teléfono distrajo a los hombres de marrón y aprovechó para liberar a la joven. El anciano fue el único que se dio cuenta y corrió hacia Leo y la chica, quienes huían por el bosque. De pronto, el hombre logró atrapar a Leo. Le pareció un poco ridículo que el hombre le pronunciara palabras inentendibles mientras lo sujetaba. La joven atacó al anciano, lo golpeó con una gran rama y lo dejó inconsciente.

Leo y la chica huyeron de nuevo para buscar una zona segura. Leo se acercó a la joven para preguntarle si estaba bien y cómo fue que terminó en esa situación. Pero, mientras se acercaba, notó como la chica empezó a cambiar: de sus manos y pies se formaron garras, en sus brazos crecían escamas, y su túnica se empezaba a desgarrar para revelar un par de alas escamosas sobre su espalda. Una risa desquiciada salía de la boca de la joven, mostrando unos colmillos que parecían dientes de tiburón.

Leo estaba petrificado. La chica recién transformada lo tomó con sus garras y se lo llevó volando. De pronto, en pleno vuelo, una de las alas de la criatura se despedazó. La criatura lo soltó y ambos cayeron en picada. Lo único que Leo logró ver tras el impacto fue al dúo de velos amarillos, sostenían un arma.  Luego, todo se tornó oscuro.

Al despertar, Leo se encontraba en la cama de un hospital. Al ser atendido por el doctor, este le informó que fue llevado por un monje de una iglesia pagana fuera del pueblo y que por su estado de salud había sido un milagro que llegaran a tiempo. El doctor no tenía idea de lo que había sucedido.

 

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