Como si fuera un fantasma

A todos nos encantan las historias de misterio y suspenso, esas que nos hacen cuestionar la realidad y nuestras creencias en lo paranormal, aquello que se siente pero no se puede ver o explicar. El colectivo literario Autoras Indelebles ha preparado para ti una serie de cuentos cortos como parte del Otoño literario 2023, esperamos que sean de tu agrado.

 

Como si fuera un fantasma

Por Laura Elisa Valenzuela Sáenz

 

Anoche llegué a casa después de un arduo día de trabajo y me senté un rato en el sillón de la sala para descansar, sin pensar siquiera si tenía algo en el refrigerador para cenar. Me recosté un poco más en el sillón y me quedé dormido. A la media hora, ahí estaba ella, observándome, con sus ojos de susto y su mirada tierna; cómo si no estuviera, pero estaba en mi departamento. Se me olvidó que la invité a cenar y ella esperaba que yo me recuperará para salir juntos.

No recuerdo cuando entró ni cómo llegó ahí, pero me miraba con amor. Me lavé la cara y me puse mi camisa favorita. La llevé al restaurante; tomados de la mano, cómo siempre que estábamos juntos. Le hablé de mis planes: arreglar mi moto, cambiarme de departamento, visitar a mi familia. Ella solo me sonreía y seguía mirándome con ojos de dulzura. Cenamos. Ella no se terminó el platillo, siempre lo pedía para llevar. Así que, me adelanté y le dije a la mesera que me trajera una cajita; ella sonrió. La mesera puso sus enchiladas en el plato y seguí hablando de mis planes. Frente al restaurante estaba el cementerio y nos acercamos a mirar por la barda las tumbas, algunas se veían abandonadas y otras tenían flores recién cortadas. Recibí una llamada, respondí como si ella no estuviera a mi lado; pero ahí estaba. Conversé con mi prima, le hablé de mis planes para la fiesta de cumpleaños. Luego, nos fuimos a pasear por la ciudad. Subimos la montaña y miramos las luces de la urbe. La abracé, sentí su cuerpo frío, se acurrucó en mis brazos, le comenté lo triste y sola que era mi vida. Ella sonreía y me tomaba la mano, me susurraba: “Disfruta que estamos juntos”. La veía tan elegante, tan mía, que le decía: “Gracias por estar conmigo”. La besé en la mejilla y le pregunté: “¿Por qué me elegiste a mí?”. Ella contestó que por guapo y valiente. Me sentí pleno, alegre, como un niño con juguete nuevo.

En la madrugada regresamos al departamento, dormimos juntos como una pareja de viejos. Al despertarme, solo estaba su botella de agua a medio terminar que tenía meses en el mismo lugar. Ya no estaba ella, ni su aroma, ni sus ojos, ni sus manos que me abrazaban. Estaba solo yo en mi departamento, cerré mis ojos y la ví sentada en el sillón, mirándome, con sus ojos de amor y su ilusión de quedarse conmigo hasta después de la muerte.

Lo soñé o lo viví, como si fuera un fantasma de amor que solo cruzó por mi

vida para darme más valor para seguir luchando por vivir.

 

 

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