¿Te ha pasado alguna vez que amigos, familia o conocidos te dicen algo con palabras, pero su lenguaje corporal dice todo lo contrario? ¿Te sientes incómoda o dudosa? Es totalmente normal y es el tema del que hablaremos hoy. Tal vez después de leerlo puedas aplicarlo tanto a ti misma como a tus hijos. Es bien sabido que los primeros años de los niños son cruciales, pero ¿qué y cómo pasa en los primeros meses? Los bebés tienen una manera única de explorar el mundo que los rodea; son sensibles al tono y volumen de voz, la actitud, los gestos y más. Nosotros, al querer aparentar emociones como la tristeza, el enojo, frustración o alegría, lo que en realidad estamos provocando es que duden de su propia intuición natural. De la misma manera, cuando utilizamos un lenguaje y tono infantilizado, los desvalorizarlos como individuos.
Por ejemplo, al decir,” todo está muy bien” o “no pasa nada” con un tono de voz doloso, quebrado y un lenguaje corporal a la defensiva (aunque la situación no sea con ellos), perciben tu estrés. Al paso de los años y en su desarrollo personal, existe una confusión y conflicto interno: ¿Creo en lo que dice mi mamá o creo en mí mismo? Aunque no es claro verlo en la temprana infancia, es justo aquí donde comienza a desarrollarse la desconfianza en la familia y en sí mismos y normalmente se verá reflejado entrando a la pubertad.
Otra área del desarrollo que se puede ver afectada por estas actitudes incongruentes es cuando el niño quiere explorar su propio potencial en diversas actividades, ya sea deportivas, artísticas o académicas. Es en estos momentos donde la duda vuelve a surgir: ¿me dejo guiar por las actitudes de los demás o creo en lo que yo soy capaz de lograr?
Una manera de abordar estos desafíos es mediante el crecimiento personal, que incluye aprender a gestionar nuestras emociones y ser honestos, tanto con nosotros mismo como con nuestros hijos. Con esto no me refiero a ser brutalmente sinceros, es obvio que hay temas que no podemos abrir con ellos; sin embargo, sí podemos aprender a comunicarles todo tipo de temas de una manera sensata desde el respeto y el amor. Esto quiere decir, que utilizamos lenguaje adecuado para su edad, y le proporcionamos información que es importante que sea de su conocimiento, pero omitiendo detalles innecesarios que sólo lo pueden lastimar o confundir.
Hay que encontrar un equilibrio entre la honestidad y la crueldad, siempre procurando mantener su inocencia y alegría natural, sin llegar a la sobreprotección. Ya que esto provoca un daño similar, al otro extremo. Las mentiras “por su bien” pueden llevarlos a la incapacidad de enfrentar el mundo real cuando salgan del seno familiar.
Recordemos que todo esto lo hacemos desde el amor y el respeto, sin juicios de unos a otros; todos crecemos de maneras y épocas distintas, y como todo, vamos evolucionando y adaptándonos a los cambios que vienen con el tiempo. Podemos ver esto como una manera de crecer emocionalmente para nuestra propia salud mental y emocional y la de nuestros hijos.