En la actualidad escuchamos la palabra caballero y realmente no tenemos una definición clara. Podemos imaginar los referentes históricos de los caballeros de caballo blanco y armadura que salvan a la princesa o aquellos hombres elegantes con trajes de alta costura y sombrero de copa. No olvidemos a quienes consideran como caballero, a aquel que respeta a todos y maneja a la perfección sus modales.
La definición de caballero ha evolucionado con el contexto social y los tiempos que vivimos. Por ejemplo, El príncipe Felipe, un “caballero” de manual por su riqueza y posición, también es famoso por su lenguaje soez y sus comentarios inapropiados. ¿Son estos comportamientos de un caballero? Ciertamente no.
Hace un siglo, el hombre que se ostentaba con este título tenía una alta posición social y económica, incluso libros y diccionarios nos hablan de cortesía, honorabilidad, nobleza, riqueza y masculinidad. Realmente, ser un caballero sobrepasa todas estas acepciones que llegan a ser relativos.
En principio, ser un caballero no es indicativo de riqueza, refinamiento o posición social. Cualquier hombre puede ser un caballero si lo desea, se trata de un viaje en el cual tiene un desarrollo personal. Sabe que no es perfecto y asume la responsabilidad de sus acciones.
Mantiene unos altos estándares de calidad, valor y funcionalidad para sí mismo y espera lo mismo de los demás, no solo tiene que ver con el estilo y el buen vestir. Esta parte, por supuesto, que influye, pero no es necesario el gastar mucho, sino de vestir apropiadamente según la ocasión.
Además, hay que tener buenos modales, ser cortés, educado y respetuoso. Es consciente de su entorno, habla con propiedad, dice por favor y gracias. No cree que sus opiniones y conocimientos sean completos e incuestionables. Se esfuerza por aprender, aceptar nuevas ideas y recibir críticas constructivas.
Un punto importante es que debe estar bien informado, llevar una conversación y estar interesado en ella, prestar atención al interlocutor y buscar siempre el aprender. Esto tiene que ver con hablar en el momento adecuado, no hacer comentarios inapropiados, cumplir sus promesas y ser compasivo. Siempre busca el ser respetuoso y reconoce la diferencia entre arrogancia y confianza. Cree en sí mismo y en sus habilidades, y si tiene una posición de poder lo utiliza sin ser egoísta.
Aunque todo esto suena admirable, vivir a la altura de estos ideales diariamente puede ser bastante desafiante. Cuando un hombre está de mal humor, estresado o cansado, puede decir o hacer cosas fuera de carácter. En esas situaciones, es importante disculparse sinceramente. Como se dijo, un caballero no es perfecto. Por ello, busca siempre seguir forjando su carácter y crecer como ser humano.